La preferencia en cuanto a climas depende de cada persona, algunos prefieren los lugares calientes, otros el frío, pero siempre con moderación. Ya que habitar un lugar con climas extremos puede ser una completa pesadilla. Si eres de los amantes del frío, y deseas experimentar algo extremo, debes visitar el pueblo más frío del mundo llamado Oimiakón.
Este pueblo ruso, situado en el este de Siberia, municipio de la República de Sajá, tiene el récord de la temperatura más baja registrada en una zona habitada. Fue el 26 de enero de 1926, cuando el termómetro marcó -71,2 °C. Aunque el récord de mayor frío del planeta Tierra es en la Antártida, con temperaturas en torno a los -90 °C, Oimiakón es la zona más fría en la que conviven personas.
Se trata de una ciudad perfectamente adaptada al frío, sin embargo, el estilo de vida de sus habitantes, durante los cinco largos meses que dura el invierno, es muy diferente al de otras personas en el resto del mundo. En octubre se pueden alcanzar temperaturas de casi -50 °C. Durante el verano, los casi 500 habitantes de Oimiakón pueden disfrutar en los meses de julio y agosto de hasta 30 grados durante el día.
¿Por qué hace tanto frío en Oimiakón?
Debido a las latitudes en las que el municipio se encuentra situado, pero realmente el frío extremo responde a la combinación de tres factores: el altiplano en el que se encuentra ubicado el municipio, la distancia con el océano y la situación anticiclónica que padece cada invierno.
Al estar rodeado de montañas y en una zona habitual de circulación de anticiclones en invierno, hace que en dicha época del año el termómetro baje a esas temperaturas extremas.
Estilo de Vida
Es difícil encontrarse a personas por la calle en invierno. El pueblo sobrevive gracias a sus recursos locales y en especial a la ganadería, la caza y la pesca. Hay formas peculiares de hacer estas actividades, para pescar es necesario hacer un pozo hasta llegar al agua del río, que corre a gran velocidad y gracias a ello mantiene su estado líquido. Los peces, al ser retirados del agua, se congelan en veinte segundos.
Las vacas solo dan leche entre los meses de junio a octubre, el resto del tiempo el frío impide el ordeño por lo que sus ubres deben ser cubiertas con fundas de cuero para protegerlas. Los vehículos necesitan cristales dobles para impedir el ingreso del aire helado y los motores deben estar en marcha, de lo contrario el combustible se congela al instante.
En cuanto a las construcciones son muy sencillas, por lo general cabañas de madera muy bien aisladas del frío exterior. En las cabañas suelen apilarse bloques de leña para las estufas, también se colocan bloques de hielo que se utilizan en lugar del agua corriente, pues las cañerías reventarían con el agua helada. Ello impide que se instalen baños dentro de las casas, por lo que se recurre a letrinas exteriores.
Turismo extremo
A pesar de que no parece un buen lugar para pasar unas vacaciones, esta ciudad se ha convertido en el destino de muchos exploradores aventureros. Como por ejemplo Amos Chapple, un fotoperiodista neozelandés que recientemente ha contado a varios periódicos sus vivencias en Oimiakón. No parece un lugar agradable para vivir, pero estas personas, que viven más cerca del Círculo Polar Ártico, han sabido cómo adaptarse a las circunstancias.