Para el día de hoy te traemos un itinerario histórico, cultural y religioso en las sierras de Córdoba. Un artículo diferente, con la historia como protagonista principal. Partiendo de la ciudad de Córdoba, esta ruta por las Estancias Jesuíticas te permitirá conocer la importancia de estos lugares, declarados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el 2000. A lo largo del recorrido descubrirás paisajes, tradiciones y costumbres que marcan la identidad cordobesa.
Las Estancias Jesuíticas fueron antiguos establecimientos agropecuarios, ubicados en distintos puntos de la Provincia de Córdoba, administrados y fundados por los jesuitas. Estos conjuntos arquitectónicos, más la conocida Manzana Jesuítica de Córdoba, constituyeron la sede religioso-administrativa de la Provincia Jesuítica del Paraguay. Pero, a diferencia de las reducciones de Paraguay y del norte de Argentina, que buscaban la reorganización social y educativa de los aborígenes, las de Córdoba se orientaron a la producción agrícola y vitivinícola. Hoy en día, estas estancias son importantes representantes de la arquitectura colonial del país.
La Compañía de Jesús estableció un sistema espiritual, cultural y productivo único en la América Hispana. El mismo dejaría fuertes huellas en el desarrollo económico, cultural y territorial de la provincia. Pero, para poder ejecutar su misión, los jesuitas debían generar sus propios recursos. Así, entre los siglos XVII y XVIII adquirieron y construyeron establecimientos agro-ganaderos en el interior del territorio provincial.
Manzana Jesuítica de Córdoba, punto de partida del recorrido por las Estancias Jesuíticas
Ubicada en el corazón del país, la Manzana Jesuítica es clave para adentrarse en el legado que dejó la orden religiosa Compañía de Jesús, que llegó a la Argentina en 1599 con el lema de «educar y evangelizar».
Esta manzana urbana, ubicada en pleno centro de la ciudad de Córdoba y declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, comprende diversos edificios de interés histórico. Rodeados por la calle Duarte Quirós, la Avenida Vélez Sarsfield, Caseros y Obispo Trejo se encuentran la Capilla Doméstica, la Iglesia de la Compañía de Jesús, la antigua sede de la Universidad Nacional de Córdoba, el Colegio Nacional de Monserrat y la Residencia.
En el interior de estas construcciones se concentran algunas de las máximas expresiones del arte barroco en Latinoamérica. Ejemplo de ello son las bóvedas pintadas y los retablos de los templos.
La historia comienza en 1599, cuando la Compañía de Jesús se asentó en los solares que les había otorgado el Cabildo de la ciudad. Pronto, el espacio comenzó a quedar chico y no alcanzaba para albergar a los religiosos, estudiantes y fieles. Por eso mismo, en 1608 se iniciaron las obras que dieron origen a la actual Manzana Jesuítica.
Los primeros edificios en levantarse fueron la Iglesia de la Compañía y la Capilla Doméstica, entre los años 1644 y 1671. A ella se sumaron el Colegio Máximo, en 1610 y la Universidad, en 1622. El Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat se fundó en 1687 pero se instaló en la manzana en el año 1782, después de la expulsión de los jesuitas, allá por 1767. El Noviciado, por su parte, se fundó en 1710.
Cuando la Compañía de Jesús fue expulsada, la Manzana Jesuítica pasó al mando de los franciscanos y luego al clero regular. En 1820 comenzó a depender del gobierno de Córdoba y en 1854 la Universidad y el Colegio de Monserrat se nacionalizaron. Desde ese momento, pasaron a constituir el núcleo original de la actual Universidad Nacional de Córdoba. La Compañía regresó a Córdoba en 1853, aunque únicamente les fue restituida la Iglesia, la Capilla y la Residencia.
Recorrido cultural e histórico por las Estancias Jesuíticas
Las Estancias Jesuíticas de la Provincia de Córdoba son seis: Caroya, Santa Catalina, Jesús María, La Candelaria, Alta Gracia y San Ignacio. Una a una, iremos visitándolas y descubriendo su historia.
Santa Catalina
El trayecto que une la ciudad de Córdoba con Santa Catalina es una parte destacada del Camino Real. Este sendero era transitado por los conquistadores españoles para llevar mulas y tejidos desde Córdoba hasta las minas de Potosí, en Perú. En este recorrido la cultura y la naturaleza se fusionan de manera única, sorprendiendo gratamente a los visitantes.
Santa Catalina se encuentra ubicada en un paraje rural, a 70 km de Córdoba y 20 kilómetros al noroeste de Jesús María. El acceso a la estancia se realiza por medio de la RN 9 hasta Jesús María, para luego continuar por un camino provincial secundario.
El conjunto edilicio de Santa Catalina fue fundado en 1622 y es el más grande de las Estancias Jesuíticas de Córdoba. Está integrado por una iglesia monumental, los claustros, las galerías, una residencia con 3 patios, los talleres, el tajamar, las huertas y las rancherías. El conjunto en su totalidad es un claro representante de la arquitectura colonial mejor conservada de Argentina. En 1941 la estancia fue declarada como Monumento Histórico Nacional.
La Estancia Santa Catalina fue un importante centro de producción agropecuaria. En 1622 los jesuitas se dedicaron a la plantación de frutales y en 1740 construyeron la casa-habitación y una nueva bodega. De allí surgió el primer vino del Virreinato del Río de la Plata, llamado “Lagrimilla de oro”, que fue servido en la mesa del rey.
Con los años, comenzó a ser reconocido como un importante centro de producción agropecuaria. También destacaba su herrería, la carpintería y el sistema de conducción subterránea del agua que venía desde Ongamira.
Luego de la expulsión de la Compañía de Jesús, don Francisco Antonio Díaz adquirió la estancia en 1774, cuya familia es propietaria en la actualidad. Las visitas guiadas se realizan de martes a domingo, de 10 am a 1 pm y de 3 pm a 7 pm.
Además de visitar la impresionante iglesia, podrás recorrer el pequeño cementerio que se encuentra junto a ella, precedido por un portal, al igual que la residencia, sus tres patios, los locales anexos y la huerta.
Estancia Caroya
En el límite oeste de la localidad de Colonia Caroya y a 50 km de la capital provincial, se encuentra otra de las Estancias Jesuíticas que forman parte del recorrido. La Estancia Caroya fue el primer establecimiento rural fundado por los jesuitas y su visita es un verdadero viaje al pasado.
El conjunto conserva perfectamente su estructura colonial y se compone de un gran patio central, una capilla, el tajamar, los restos del molino, las acequias y las áreas dedicadas a la quinta.
Hoy en día, el principal reclamo turístico es visitar el Museo Histórico y de los Inmigrantes. También es posible realizar un recorrido por el predio para conocer los sistemas productivos y técnicos empleados por los jesuitas. Para completar el día, no dejes de visitar la localidad de Colonia Caroya, famosa por su gastronomía.
En la historia de la Estancia Caroya se distinguen tres etapas. Durante la primera, la estancia fue donada al director del Colegio de Monserrat que la utilizó como residencia de verano para sus estudiantes. En esta etapa, se destacó por su producción de maíz y trigo, frutas, vino, miel y algarrobo. Durante la Guerra de la Independencia funcionó allí una fábrica de armas blancas, que proveyó de armamento al Ejército del Norte.
Finalmente, en 1854 pasó a manos del Estado Nacional, época marcada por una política de promoción a la inmigración europea. El presidente de ese momento, Nicolás Avellaneda, permitió que los inmigrantes provenientes de la región de Friuli, en Italia, se asentasen en el lugar. Esos mismos colonos organizarían luego el poblado de Colonia Caroya, ubicado en las cercanías del casco de la estancia.
Alrededor de un patio central se ubica la mansión y el resto de las estructuras del complejo. El claustro cuenta con diez habitaciones, equipadas con muebles y objetos de diversas épocas. En la capilla, que data del siglo XVII, encontrarás una imagen de la Virgen de Monserrat.
Si viajas desde la ciudad de Córdoba, toma la RN 9 y luego continúa por la R E66. La estancia se encuentra a pocas cuadras de la Oficina de Turismo de Colonia Caroya. Las visitas se realizan de martes a viernes, de 9 am a 7 pm y los domingos de 9 am a 12 y de 5 pm a 8 pm.
Estancia Jesús María
A solo 4 km al norte de Colonia Caroya, se encuentra otra de las Estancias Jesuíticas del itinerario: la Estancia Jesús María.
Los jesuitas llegaron al lugar en 1618 con el objetivo de instalarse y dar rienda a su gran capacidad productiva. Por ese entonces, pagaron ocho mil pesos y adquirieron las 20 mil cepas de viñas, el molino, 250 vacas, 25 bueyes y 30 cerdos de la Chacra de Guanusacate. Dos años después, el lugar fue rebautizado con el nombre de Jesús María.
A lo largo de su historia la estancia tuvo varias funciones: fue monasterio, escuela, factoría y población. Su eje principal era la producción vitivinícola, que la convirtió en el segundo núcleo productivo de los jesuitas. Fue tal la producción de vinos que su fama llegó hasta la mesa real de Felipe V de Madrid. Luego de la expulsión de los jesuitas, la estancia cayó en ruinas y en 1941 fue declarada Monumento Histórico Nacional.
Actualmente, funciona como museo que exhibe una colección de arte sacro colonial y una colección de arqueología que gira en torno a los pueblos originarios de la zona. Es posible realizar un recorrido histórico que incluye a la iglesia, la residencia y los lugares en donde se molían las uvas y las bodegas. También es posible conocer el parque como era antaño, con sus corrales, molinos y la huerta. La entrada es gratuita y la estancia abre todos los días de 4 pm a 8 pm.
Cerca de la estancia se encuentran dos bodegas de origen friulano, La Caroyense y Terra Camiare, que datan de 1930 y son uno de los centros enológicos más antiguos de la provincia. No te pierdas la oportunidad de acercarte a ellas y dar un paseo por sus instalaciones y degustar sus vinos.
Estancia de Alta Gracia
A sólo 38 kilómetros de la ciudad de Córdoba llegarás a una de las Estancias Jesuíticas cuya visita es un verdadero viaje a través del tiempo. Construida en el año 1643, el complejo comprende la iglesia y la residencia ubicada en una planta en forma de L. Actualmente, funcionan allí el Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers.
El museo exhibe una importante colección de objetos que datan de los siglos XVII, XVIII y XIX. Cuenta también con exposiciones temporarias y un amplio e interesante programa anual de actividades culturales. Las diferentes salas del museo cuentan la forma en que vivía los jesuitas, los esclavos africanos, las mujeres y el virrey Liniers. También vale la pena recorrer el patio principal, que cuenta con una escalinata central, el patio de trabajo, el tajamar, las ruinas del molino y un antiguo horno.
Luego de visitar el museo, vale la pena dedicarle un rato a recorrer Alta Gracia. Por ejemplo, visitar la Gruta de la Virgen de Lourdes, que se encuentra en un entorno natural hermoso y rodeado de paz. O pasear por la plaza principal, frente a la cual se encuentra la Iglesia Nuestra Señora de la Merced, entre otros santuarios y capillas. También es posible realizar senderismo por la costanera del arroyo Chicamtoltina, dar paseos a caballo por las estancias cercanas o hasta hacer vuelo en parapente. También puedes visitar el Parque García Lorca, que tiene espacios de picnics perfectos para comer algo bajo la sombra de los árboles.
Estancia La Candelaria
Ubicada en el departamento de Cruz del Eje y al norte de las Sierras Grandes, la Estancia Jesuítica La Candelaria se alza sobre una planicie de altura, llamada Pampa de San Luis. Es un verdadero tesoro arquitectónico construido por los jesuitas 1683 y un sitio imperdible. Su ubicación serrana, a 118 km de la ciudad de Córdoba y 74 km de Cruz del Eje, le otorga una belleza singular.
En las 300 mil hectáreas que ocupaba la estancia, los jesuitas se dedicaron a la cría de mulas que destinaban al negocio de bienes con el Alto Perú. Junto con el resto de las Estancias Jesuíticas fue declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad el 29 de noviembre del año 2000. Antes de eso, la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos la había declarado como Monumento Histórico Nacional.
De todas las Estancias Jesuíticas de Córdoba, la de La Candelaria es la que posee una estructura más sencilla, pero imponente y muy bien conservada. La visita comprende la capilla y la residencia del padre estanciero. Además, es posible acceder a las ruinas de la ranchería, que eran las habitaciones destinadas a los esclavos, los corrales y los vestigios del sistema hidráulico. Su espacio cerrado, con características de fortín, se organiza en torno a un patio central rectangular. A su costado, la iglesia posee una imagen de la Virgen de las Candelas.
Es posible llegar a La Candelaria desde la localidad de Cruz del Eje por la RN 38 hasta Villa de Soto y desde allí seguir por la RP 15 hasta La Higuera y continuar por el camino de tierra. Luego de visitar la estancia puedes tomar el camino que lleva a La Falda, otro destino imperdible de Córdoba.
La ruta por las Estancias Jesuíticas es uno de los patrimonios más importantes de Córdoba. Esperamos que hayas disfrutado del recorrido y que haya servido para conocer un poco más esta parte de la historia.