Si te encuentras realizando una ruta en coche por la Bretaña francesa, la ciudad de Vannes debería ser una parada obligada. De hecho, nuestro destino de hoy fue la primera capital de la región. Vannes es una ciudad con más de 2.000 años de historia, dueña de un hermoso casco histórico amurallado con casas de entramado de madera, una bella catedral, palacios de piedra y atractivos mercados. En otras palabras, Vannes es una ciudad francesa muy interesante que te invitamos a descubrir en esta guía súper completa que hemos preparado.

Vannes-Francia

Vannes es una de las pocas ciudades de Bretaña con más de dos siglos de historia. ¡Te imaginarás el enorme patrimonio que encontrarás en sus calles! Fue fundada por los romanos en el siglo II a.C., luego se convirtió en la sede episcopal de la región y al final de la Edad Media pasó a ser la primera capital del ducado de Bretaña.

Una antigua leyenda cuenta que el punto exacto donde se fundó la ciudad tuvo que ver con las mareas. Según se dice, un bote sin remos y sin corriente llegó arrastrado por la marea al golfo de Morbihan y en el punto donde se detuvo se construyó Vannes. Independientemente de si es cierto o no, sí es un hecho que la mayoría de las ciudades de Bretaña fueron construidas al final de golfos o bahías resguardadas del mar. El motivo principal de ellos eran los vikingos, que en más de una ocasión saqueaban las ciudades (Vannes, de hecho, vivió varios episodios del estilo). 

El mar jugó también un papel importante en el apogeo de la ciudad, gracias al comercio de velas para barcos que enriqueció a los comerciantes de Vannes. Esto comenzó a reflejarse en las enormes casonas que al día de hoy se mantienen en pie. Al mismo tiempo, el temor a las invasiones que llegaban del mar llevó a la construcción de la enorme muralla que durante años protegió a Vannes. Muralla que hoy en día es parte del patrimonio de la ciudad y un atractivo turístico más.

La llegada del ferrocarril en 1862 también fue un gran impulso para el desarrollo urbano. Asimismo, tuvo la gran suerte de no sufrir los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, la ciudad vive principalmente del turismo, que llega para disfrutar de sus casas bretonas de madera, sus coloridos jardines, sus edificios históricos y restos de murallas. A ello se suma la ubicación estratégica de Vannes junto al río Dédalo, que brinda al visitante la posibilidad de disfrutar de su ribera. 

¿Qué ver en Vannes?

Vannes es pequeña, por lo que la mayoría de sus atractivos se encuentran a poca distancia uno del otro. Por eso, la mejor manera de recorrer la ciudad es caminando. Si bien un día puede ser suficiente para cubrir lo esencial, te sugerimos pasar al menos una noche y callejear por su centro histórico en las últimas horas del día.

Visitar Vannes es como hacer un viaje al pasado. Su centro histórico medieval es uno de los mejor conservados de Francia y es famoso por sus casas con entramado de madera. Estas construcciones típicas de Bretaña tienen más de 500 años de historia, por lo que son consideradas una verdadera reliquia. Con el tiempo, algunas de estas casas fueron recubiertas con yeso o argamasa con el objetivo de simular que eran de piedra. En los últimos años, su valor arquitectónico se ha revalorizado y muchas se rehabilitaron, de manera que el viajero puede disfrutar de un paseo de lo más agradable. 

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De todos modos, las casas con entramado de madera no es lo único que verás en Vannes. La ciudad esconde muchos rincones que iremos descubriendo a lo largo de este artículo. Dicho esto, ¡comencemos!

Las murallas de Vannes

Si bien no toda la antigua muralla de Vannes se mantiene en pie, una parte sí, por lo que podrás disfrutar de ella. Por eso, la mejor manera de comenzar tu paseo por la ciudad es cruzando por alguna de las antiguas puertas que dan acceso al casco histórico. La más recomendada es la de San Vicente, ubicada al final del puerto deportivo.

Si bien durante el siglo XIX se planteó la posibilidad de derribar la muralla, la idea no prosperó. El motivo es que desde el siglo XVII la muralla comenzó a venderse a manos particulares, quienes la aprovecharon para construir sus casas. Los propietarios lógicamente no estaban dispuestos a perderla, por lo que hoy en día es posible disfrutar de casi un 70% de la muralla de Vannes.

Como te contamos al principio, la muralla nació como una necesidad de Vannes de protegerse de los asedios enemigos. Si bien la ciudad cuenta con un sistema defensivo amurallado desde su fundación, fue en la Edad Media que la fortaleza fue reforzada, especialmente en el siglo XVI, cuando se añadieron varios bastiones. 

Hoy en día, las murallas mantienen en gran parte su esplendor y se puede subir a ellas en un pequeño tramo para disfrutar de unas vistas muy bonitas. La misma se encuentra junto a unos jardines adornados con flores y setos muy atractivos para dar un paseo. Para encontrar la subida deberás buscar la Puerta de la Prisión e ir hacia la izquierda, hasta ver las escaleras. 

La Puerta Prisión fue levantada en el siglo XIII y debe su nombre a que fue cárcel en el siglo XVIII. La misma posee un doble puente levadizo, uno para vehículos y otro para peatones. Se encuentra justo en frente de la Prefectura de 1865.

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Castillo de’l Hermine y jardines

El gran símbolo del ducado de Bretaña es el Castillo de l’Hermine, que fue construido en el siglo XIV como una petición del duque de Bretaña, Jean IV. A finales del siglo XV, este castillo fortificado encerrado por las murallas de la ciudad se convirtió en la residencia principal de los duques de Bretaña. Sin embargo, cuando el ducado se incorporó a la corona francesa el edificio cayó en el abandono y sus piedras se utilizaron para construir el puerto.

El castillo fue cedido por Luis XIV a la ciudad de Vannes y en 1784, Julien Lagorce lo compró y destruyó sus dos torres en ruinas para poner en funcionamiento un hotel restaurante. De allí el otro nombre con el que se conoce a este edificio histórico: Hotel Lagorce. Sin embargo, en 1803 el hotel cerró sus puertas y a partir del siglo XIX el castillo comenzó a utilizarse para diversas funciones. Hoy en día, se emplea como sala de exposiciones temporales.

En los fosos medievales de la muralla verás los bellísimos jardines del castillo, donde antiguamente tenían lugar los torneos organizados por el duque de Bretaña. Los mismos se encuentran junto al río Garenne y representan un espacio de gran belleza para dar un paseo. 

Torre del Condestable

Junto a los jardines del castillo hay tres torres del siglo XV: la Torre Joliette, la torre Poudriére y la más grande de todas, la Torre del Condestable. 

Esta última torre levantada en el siglo XV al norte del castillo es la más alta de la muralla. Durante la época medieval fue la residencia del jefe del ejército del duque de Bretaña. Por eso, su nombre rinde homenaje al Condestable (como se lo conocía al jefe del ejército) y al Duque Arturo III de Bretaña.

La torre del Condestable ofrece una vista sin obstáculos de Vannes y sus alrededores, por lo que no puedes dejar de subir a ella. Además de ser uno de los rincones más bellos de la muralla, es sede de exposiciones culturales y objeto de muchas visitas guiadas.

Puerta de San Vicente

La Puerta de San Vicente impresiona a los visitantes. En la antigüedad era el principal acceso a la ciudad desde el puerto y hoy en día un rincón muy fotografiado. Su origen se remonta a finales del siglo XVI y debe su nombre a San Vicente Ferrer, el santo patrón de la ciudad. La misma da acceso a la gran plaza Gambetta, en el sur del casco antiguo. Ni bien la atravieses accederás a la Rúe de St Vincent, que está repleta de edificios que datan del siglo XVII.

Regresemos a la puerta. No te apures en cruzarla sin antes apreciar bien sus detalles. Si miras hacia arriba, verás el escudo de armas de la ciudad en granito y encima de él una estatua de San Vicente Ferrer con la mano alzada. Según dice la leyenda, el día que el santo baje la mano la ciudad será engullida por las aguas.

Catedral de Saint Pierre

Al principio te contamos que los edificios y monumentos de Vannes fueron arrasados por los vikingos en varias ocasiones, y la Catedral de San Pedro es un ejemplo de ello. Los vikingos saquearon este templo románico del siglo XIII, dejando únicamente la torre izquierda de lo que fue la construcción original.

La Catedral de Vannes tiene más de 700 años de antigüedad y una interesante mezcla de estilos, con elementos góticos, románicos, renacentistas y neogóticos, todos construidos con granito. Su campanario románico es el elemento más destacado y además es lo único que se conserva del templo original (como te contamos en el párrafo anterior). 

El portal principal del templo posee un pilar con la figura de Vincent Ferrer, a su vez que en la capilla del lado norte descansan los restos del santo, quien pasó sus últimos meses de vida en Vannes. La entrada al templo es gratuita, así que no dudes en visitar su interior. 

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Museo de Bellas Artes de Vannes (La Cohue)

Al otro lado de la Catedral de San Pedro se encuentra La Cohue y uno de los mercados cubiertos más antiguos de Bretaña.

El museo de Bellas Artes es una visita ideal para hacer un día lluvioso o fresco. Su interior acoge una colección muy interesante de obras de artistas de renombre, como Delacroix. Además, allí podrás descubrir el trabajo de muchos artistas bretones.

En caso de que no desees entrar al museo, te recomendamos al menos recorrer el colorido pasaje que hay bajo el museo y une dos calles.

Casas con entramado de madera

Antes te contamos que las casas con entramado de madera son el elemento más distintivo de la ciudad. Las mismas se encuentran concentradas principalmente en la Rue des Halles y la Rue Saint Salomon. Es la mejor zona de la ciudad para apreciar estas construcciones típicas de la arquitectura bretona, cuyos soportales han sido ocupados por numerosas tiendas.

Si prestas atención a las cruces de madera en las paredes podrás tener una idea de la antigüedad de la casa. Las más antiguas, por ejemplo, poseen listones de madera en forma de aspa (cruz de San Andrés). Como el sistema no era el más cómodo, a partir del siglo XV se comenzaron a utilizar cruces más pequeñas que permitían abrir ventanas más grandes. Por eso, las casas del siglo XVII son las que presentan ventanas de mayor tamaño.

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Una de las casas bretonas más famosas de la ciudad es la de “Vannes y su mujer”. Estos dos personajes esculpidos en granito en uno de los ángulos de la vivienda son de aspecto regordete y simpático. Debajo de ellos hay una inscripción con la frase “Vannes et sa femme”, (“Vannes y su mujer”). Por el tamaño de la construcción, da a pensar que se trata de una posada del siglo XVI. Sus personajes representan a un artesano de apellido Vennes y su mujer, quienes debieron habitar la casa y quisieron dejar su marca. La misma se encuentra junto en la Plaza Valencia, en la intersección de rue Bienheureux-Pierre-René-Rogue y Noé

Plaza Henri IV

Muy cerca de la catedral se encuentra la plaza Henri IV, un sitio en donde las casas de entramado de madera conviven con construcciones de piedra levantadas a partir del siglo XVII. Sin dudas, es otro sitio ideal para apreciar la arquitectura bretona en Vannes.

Además de ser un sitio pequeño y encantador, las casas de entramado de madera que la rodean tienen mucha historia. La mayoría data de los siglos XV y XVI y poseen nombres que hacen referencia a edificios históricos de Francia. Además, entremezclado con ellas aparece el campanario de la Basílica Catedral de San Pedro.

Lavaderos de la Garenne

Junto a los jardines de los que te hablamos al principio, al otro lado de la puerta Poterne, te encontrarás con otro sitio con mucha historia: los antiguos lavaderos de Vannes. Los mismos se remontan a finales del siglo XVIII y permanecieron operativos hasta mediados del siglo XX. En ese momento, debido a la contaminación que implicaba el edificio, el Ayuntamiento lo adquirió e invirtió en su preservación.

Si bien son similares a los de otros pueblos, tienen la particularidad de contar con chimeneas en las que se hacía hervir el agua para blanquear la ropa. En el segundo piso del lavadero verás el sello de identidad arquitectónica de la Bretaña francesa: hermosas paredes de entramado de madera.

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Puerto deportivo

La ciudad de Vannes en una ensenada sobre el golfo de Morbihan, que durante siglos fue testigo de sangrientas batallas y ataques vikingos. En la actualidad acoge el puerto deportivo de la ciudad, un sitio relajado y con un ambiente ideal para pasar las últimas horas del día. A ambos lados del puerto encontrarás calles peatonales ideales para dar un paseo, así como bares y terrazas que regalan hermosas vistas del puerto y el río. 

Además, desde el puerto puedes contratar una excursión y hacer un viaje en bote alrededor del espectacular Golfo de Morbihan. El mismo está formado por 42 islas y se encuentra prácticamente aislado en su totalidad del océano, excepto por un pequeño estrecho entre Port-Navalo y Kerpenhir. La zona posee más de 12.000 hectáreas para descubrir, ya sea en paseos náuticos o en bicicleta, y cuenta con pequeños puertos llenos de casitas de pesca construidas en granito rosa. Además, la mayoría de las islas e islotes se encuentran deshabitados, por lo que podrás recorrerlos a tus anchas disfrutando de la naturaleza en paz.

¿Qué comer en Vannes?

La especialidad culinaria de la ciudad son los mariscos y pescados. Por eso mismo, una buena manera de disfrutar de tu paseo por la ciudad es degustando sus ricos langostinos, ostras, cangrejos, mejillones y más. Las ostras son una de las especialidades de la zona, por eso, si quieres darle un poco de placer a tus papilas gustativas, no dejes de hacer un corto recorrido a las granjas de ostras en Séné y Larmor-Baden, que hacen charlas educativas y sesiones de cata.

Tampoco dejes de probar los deliciosos crepes con nutella o caramelo, o las sabrosas galettes, con huevo, queso y jamón o salsas.

¿Cómo llegar y cómo moverse por Vannes?

La mejor manera de llegar a Vannes es en tren. Desde París, por ejemplo, parten trenes de alta velocidad que recorren los más de 460 km que separan ambas ciudades en 2 horas y media. A su vez, la ciudad cuenta con muchos servicios regulares de enlace hacia las principales ciudades francesas. Para viajar por precios más accesibles dispones de autocar de compañías como Flixbus, o autobuses de la empresa Ouibus.

Otra opción es llegar en avión a la ciudad más cercana, Lorient, haciendo previa conexión en París.

Una vez en Vannes, lo mejor es moverse en bicicleta o a pie. Desde la estación de la ciudad al centro tienes unos 20 minutos de caminata o 5 en autobús. Por lo que podrás llegar rápido y comenzar a disfrutar del paseo. 

Vannes sin dudas es un destino que merece la pena hacerle una visita. Si te gusta la historia y las ciudades medievales, pasear por sus calles será entonces un verdadero placer. Esperamos que hayas disfrutado del paseo y que te animes a visitar esta ciudad francesa. ¡Nos vemos en el próximo destino!

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